martes, 21 de marzo de 2017

“La literatura juvenil va más allá de los libros que venden las grandes editoriales”

Además de participar del programa PROLEA de la UFLO, dedicado a optimizar el acercamiento del estudiante a un texto académico, la investigadora Laura Pesenti analiza las nuevas prácticas de lectura y escritura literarias en los jóvenes.

¿De qué hablamos cuando hablamos de literatura juvenil? Si bien se trata de un concepto aún en discusión en el ámbito académico, con una producción muchas veces subestimada por el canon literario, no puede ignorarse que las librerías hace tiempo cuentan con una sección especializada en esta categoría y que cada nueva edición de los vampiros de Crepúsculo o de la magia de Harry Potter es furor en las listas de best sellers. A esto hay que sumarle el auge de los booktubers, jóvenes que suben a YouTube videos donde recomiendan libros y logran entre sus pares mayor credibilidad que el crítico más reputado.

Integrante del Programa de Lectura y Escritura Académicas (PROLEA), una iniciativa de la Universidad de Flores que busca optimizar el acercamiento de los estudiantes a los textos académicos, la investigadora Laura Pesentianaliza un fenómeno que, más allá de concentrarse en obras para una edad determinada, también incursiona en nuevas prácticas de lectura y escritura que pueden prescindir incluso del libro físico.



 ¿Existe la literatura juvenil o es un producto del marketing?

Hay discusiones. Se habla de literatura infantil o juvenil, pero también de literatura para niños, y ahí está la diferencia con otras clasificaciones, como por ejemplo el género policial, fantástico, maravilloso, en el caso de la literatura juvenil estamos pensando en el receptor a la hora de categorizar una obra, lo que con otros géneros no sucede. Pero cuando uno entra a una librería, se encuentra con una sección dedicada a la literatura juvenil y los chicos ya la tienen identificada de ese modo, así que la categoría resulta funcional. También es interesante discutir el concepto y pensar qué enmarcamos como literatura juvenil. ¿Las sagas que están de moda ahora? ¿O también lo que se lee en la escuela? También hay mucha literatura que leen los chicos pero que no fue pensada para que la lean ellos en principio ¿Se trata de literatura juvenil? ¿Y la literatura escrita por jóvenes? Resulta difícil definir qué es exactamente.

¿Creés que este auge aun no fue abordado en profundidad?

No hay tanta teoría dedicada a la literatura juvenil. Se la subestima bastante y muchas de sus obras son consideradas de baja calidad, entonces eso hace que no se la investigue tanto. En la literatura infantil y juvenil hay una mirada focalizada en los valores que transmite la obra, algo que no pasa con otras literaturas. Por ejemplo, si yo me voy a comprar un libro no pienso necesariamente en qué me va enseñar. En cambio, cuando uno le compra un libro a un niño muchas veces piensa más en eso que en su calidad literaria. De esta manera, sucede que en la literatura infantil quedan relegados aspectos que tienen que ver con lo que la define como objeto literario para, en su lugar, analizar la calidad de la obra teniendo como premisa los valores que transmite, y esto la deslegitima dentro del campo literario.

¿Qué opinión tenés sobre el valor literario de estos libros?

Hay libros infantiles y juveniles con gran valor literario, en lo que refiere a  sus aspectos formales, sus temas, sus ilustraciones, no necesariamente los que son best seller. Es cuestión de indagar e ir a las bibliotecas especializadas, hacer foco en editoriales independientes interesadas en la literatura infantil como objeto literario y no sólo una mercancía. Se pueden encontrar títulos mucho más interesantes que, por ejemplo, “Como tengo que lavarme los dientes”.

Estas propuestas vendrían a desmitificar ese lugar común que dice que los jóvenes cada vez leen menos, salvo que los obliguen, ¿no?
De hecho, creo que es al revés: que el problema es cuando uno los obliga. Muchas veces llego a mis clases de Literatura en la escuela secundaria y los alumnos están leyendo por su cuenta sagas u otros libros que no responden al canon escolar, que no se ajusta a lo que leemos por el programa. Quizá no les gusta leer lo que los adultos esperamos que lean. Muchas veces los alumnos sí leen pero no aquello que nosotros suponemos, y de modos novedosos que hacen que no tengamos en cuenta esas lecturas. Yo tengo muchos alumnos que leen y escriben en Internet, hay muchas plataformas para eso. Por supuesto, no todos los chicos están interesados en conformarse como lectores. Tampoco todos los adultos lo están.

Desde el punto de vista de las editoriales, ¿hay un rango etáreo para este tipo de literatura?

Seguro que las editoriales piensan en targets, pero me parece que uno se va encontrando con lecturas siendo joven que a veces cumplen con lo que el mercado supone y otras veces no. No sé si hay una edad donde uno lee literatura juvenil y después la abandona porque ya cumplió cierta edad. Tengo compañeros que cursaron conmigo la carrera de Letras que siguen leyendo Harry Potter y están fascinados. Así que creo que estas categorías no terminan siendo funcionales.

¿Hay ejemplos de literatura juvenil no tan masivos, qué sean una especie de vanguardia?

Conozco más casos en la literatura infantil. Por ejemplo, hay una gran profusión de libros álbum, en los que la relación de la imagen con el texto produce un objeto muy interesante. También libros objeto donde se juega con la materialidad del libro. En el caso de la literatura juvenil, cuesta más salir de esos libros que están en el mercado, pero hay algunas editoriales alternativas y autores dentro de las grandes editoriales que confían en que el lector joven puede acercarse a obras literarias sin ser subestimado. También existen otros medios digitales como Wattpad, donde son los jóvenes los que escriben y se leen. Allí pueden, por ejemplo,  escribir tres capítulos de una novela y preguntarle a sus seguidores cómo seguirla. Las categorías literarias son totalmente distintas a las que uno aprende como estudiante de Letras. Está bueno para pensar que la literatura juvenil se conforma no solamente por los libros carísimos que venden las grandes editoriales.

¿Pueden darse casos como el de (Julio) Cortázar, cuya literatura no fue específicamente destinada a los jóvenes pero este público resultó el que más se identificó con sus historias? Se dice que “Rayuela” no resiste una relectura de adulto.
No es que no lo resiste, creo que cambia la lectura que uno hace. Para mí es un buen ejercicio releer libros que uno leyó en su juventud, lo que genera sorpresa, para bien y para mal. Creo que siempre que uno retoma una lectura lo hace de otra manera, quizás con un bagaje de experiencias literarias y extra literarias que cuando era joven no tenía. La forma de ver el mundo, y por ende de interpretar una obra, varía. Por ejemplo, muchas veces menospreciamos ciertas obras literarias porque notamos que están plagadas de clichés, pero para un niño no es así porque es la primera vez que se encuentra con eso. Cuando uno lee el primer libro de vampiros quizás esta buenísimo, pero después con el segundo se da cuenta de que hay un patrón demasiado fijo y le resulta menos interesante.